Prólogo
Luego de la gran batalla que había ocurrido en el purgatorio, Dios mandó
a encerrar a los siete demonios que gobernaban el infierno para evitar que las
desgracias siguieran ocurriendo. Uno de los arcángeles de Dios, junto a su
grupo de sus ángeles, acudieron al único capaz de crear los sellos lo
suficientemente fuertes para atrapar a los demonios, un humano, el primer
exorcista.
Encontraron a cada uno de esos demonios y los encerraron, todos en el
mundo humano, pero cada uno en un lugar diferente. Cada sello sería vigilado
por los ángeles, para evitar que alguien pudiera liberarlos, parecía una
solución adecuada para acabar los problemas con el infierno y ganar la paz que
casi siempre anhelaban. Poco tiempo duró, luego de que los demonios fueran
encerrados, Dios dejó de aparecer ante sus ángeles, se encerró en el único
lugar del paraíso donde ningún ser podía entrar, abandonando a sus creaciones,
y dejándoles a cargo el cuidado del mundo humano. Los ángeles, sorprendidos con
la repentina desaparición de Dios, siguieron con sus tareas con la esperanza de
que algún día volviera. El tiempo pasó, y la monotonía empezó a hacerse
evidente, sin muchos demonios que controlar o problemas que solucionar, los
ángeles empezaron a descuidar sus obligaciones y, poco a poco, fueron dejando
de proteger esos sellos, dando paso a que cualquiera sea capaz de acercarse a
ellos…
En un cementerio perteneciente a un pueblo alejado de cualquier ciudad,
cerca de las descuidadas y rotas tumbas ya cubiertas de plantas que habían
estado creciendo sin control, era la hora de los muertos cuando un exorcista
novato estaba realizando un ritual… Acompañado del demonio que lo obligaba a
estar allí, el exorcista no dejaba de desear que su maestro apareciera para
detener lo que estaba por suceder.
El viento se hacía cada vez más fuerte, sacudiendo los árboles cercanos,
enfurecido, y se detuvo de golpe cuando, en medio de un pentagrama, una figura
siniestra y amenazante empezó a formarse. Un gran demonio emergió en la
oscuridad mostrándose como una gran sombra. Solo podían verse sus largos
cuernos que se dibujaban en la oscuridad, y un brillo rojo proveniente de sus
penetrantes e inhumanos ojos, capaces de hundir el alma más pura en la más
horrible y eterna oscuridad.
—Lucifer...mi señor… He conseguido lo necesario para liberarlo de este
sello —el demonio que había liberado al mismísimo diablo, se arrodilló.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó Lucifer con una voz tan profunda
que penetró en el demonio y en el humano, haciendo que sus cuerpos se sacudieran
ante la fuerza que emitía. Observó a su alrededor intrigado, llevaba tanto
tiempo prisionero que se había olvidado cómo era el mundo humano.
—No lo sé con exactitud, pero no ha sido fácil —respondió el demonio. El
exorcista miraba aún hacia el suelo en la posición donde había quedado al
finalizar el ritual, absorto y molesto por tener que presenciar ese momento sin
poder hacer nada—. La única forma de abrir estos sellos es con el libro del
primer exorcista, y luego de mucho tiempo de buscarlo di con él y con
este…aprendiz de exorcista, que parece ser capaz de usarlo sin dificultades.
Con ambos, será posible liberar al resto de demonios.
Lucifer se percató entonces de ese exorcista que estaba frente a él. En
otra ocasión, lo hubiera matado, y a todo ese tipo de humanos, realmente no le
agradaban los exorcistas, en especial porque uno de ellos era lo último que
había visto antes de ser encerrado en el sello, pero si lo que decía el
insignificante demonio era verdad, entonces necesitaba a ese humano para
liberar al resto de sus demonios.
—Tú —exclamó él, y el exorcista levantó la vista al mismo tiempo que sus
rodillas empezaban a flaquear, ya que ese gran demonio se había acercado a él y
ahora lo estaba mirando fijamente—. Espero que no estés pensando en escapar… De
ahora, hasta que todos los demonios estén liberados, vas a obedecer. Y no te
hagas ilusiones de que te dejaré ir luego, créeme, no está en mis planes
dejarte en libertad.
La situación no podía ser peor, el ambiente generaba una extraña y aterradora
sensación mientras Lucifer clavaba sus ojos en el exorcista, este sentía que el
alma dejaría de ser suya mientras el terror infundado por el gran demonio sólo
lograba abrumarlo aún más. Él no podía saberlo, pero sí creía que lo que fuese
que estuvieran planeando para él, no sería bueno…
hola kaese, estas bien? estas viva?
ResponderBorrarme pregunto lo mismo... D:
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